Nuestro idioma español es tan rico en palabras y es una delicia el proceso de conocerlas, investigarlas y aprovecharlas al máximo para nutrir nuestra comunicación y hacerla más interesante. Hay muchas que a primera vista se usan indiscriminadamente como sinónimos, como es el caso de gozo, euforia, alegría y felicidad.
El gozo se define como una emoción intensa y placentera causada por algo que gusta mucho, la euforia es una sensación exteriorizada de optimismo y bienestar, producida a menudo por alguna satisfacción material o espiritual; y la alegría es un sentimiento grato y vivo que suele manifestarse con signos exteriores.
Todas estas palabras y definiciones tienen algo en común, y es que se refieren a un momento muy específico y pasajero; sin embargo, hay un concepto que abarca una serie de emociones positivas que hacen alusión a un estado duradero de grata satisfacción tanto espiritual como física y se llama FELICIDAD. Esto implica que la felicidad es algo más grande y no se trata de sólo estar contento, como muchos piensan, sino que es una vida que se vive con realmente con felicidad.
Es cierto que la felicidad es subjetiva, eso lo hace compleja y en ocasiones, hasta contradictoria. Se compone de muchos elementos a los que cada cual le asigna diferentes valores, por tal razón, lo que le brinda esa sensación de plenitud a una persona, puede no hacerle ni cosquillas a la otra.
Un ejemplo de ello, es el dinero. Un profesional puede recibir una remuneración muy alta en contraprestación a su trabajo, pero puede tener problemas de salud muy graves por el estrés y la ansiedad que su trabajo le genera. Es muy probable que, en un ejercicio de sensatez, la persona llegue a la conclusión de que su vida y su futuro valen más que cierto rol desempeñado en las empresas.
En el ámbito personal, también se ven casos donde la infelicidad lleva a las personas a tomar decisiones que otros considerarían irracionales. Por ejemplo, hay parejas que después de 40 años de casados, toman la decisión de divorciarse, incluso teniendo hijos y nietos de por medio, pero con el ánimo de salvaguardar su salud mental y felicidad por encima de todo.
Estos dos casos son evidencias de que todo individuo reconoce en el fondo qué lo hace y qué no lo hace feliz y está en total capacidad de calificar si es feliz o es infeliz, asignándole una medida cuantitativa en su mente, así que ¿qué mejor que preguntarle a la persona directamente para poder identificar las brechas tanto en su vida personal como laboral y poder brindarles espacios y herramientas para disminuirlas? Procurando por supuesto, trabajar día a día en la tan anhelada felicidad.
Es pertinente traer como referencia, otros temas intangibles que se miden como la inteligencia y eso se hace con instrumentos validados y confiables Así que ¿se puede medir la felicidad?
La respuesta no es sencilla, pero tampoco es complicada. Para responder a ello se debe plantear “si la medición y los números son un atributo de los objetos medidos o no lo son, tal como en el caso de la felicidad o cualquier otro fenómeno natural o social, los números no están presentes como esencias de los objetos, por ello, puede considerarse que la medición no implica extraer un atributo esencial del objeto medido, sino por el contrario, la medición y en especial la medición de la felicidad es una forma específica de evaluación que implica el arte de transformar las referencias comportamentales de un sistema empírico (en este caso la felicidad) en un sistema numérico, a través de reglas de asignación numérica y de un proceso de escalamiento” (Martínez, 2005).
Desde esta perspectiva, medir es más que considerar los números, es el arte de asignar el mejor número a un atributo vivido y sentido por el SER Humano.
En el mercado ya contamos con una medición de felicidad laboral con instrumentos validados como el caso de BhiPRO 3.0 (Business Happiness Index Program).
Los índices de fiabilidad son diversos, todos ellos implican la replicabilidad de los resultados cuando aplicamos distintas condiciones, momentos o formas de la escala de medición.
Tres de las formas más comunes para lograr esta replicabilidad y estudiar la precisión de los instrumentos es:
A) La equivalencia: implica obtener la misma medida cuando medimos lo mismo con pruebas equivalentes, la forma más común es por medio de la correlación entre formas paralelas de la escala de medición.
B) La estabilidad: Señala que se deben obtener las mismas medidas cuando medimos lo mismo en momentos diferentes.
C) La consistencia: es el proceso de fiabilidad más común, en ella se advierte que debemos obtener las mismas puntuaciones cuando medimos con distintas partes del test.
Concluyendo, la primera responsabilidad de una organización es con su gente y aunque las personas no vean su felicidad, sí la sienten y qué mejor que ayudarlas a alcanzar ese estado duradero de satisfacción y gratitud para que se sientan plenos en su vida personal y familiar y alcancen un alto nivel de productividad profesional.
Basado en el libro “Metodología Científica BhiPRO, cómo medir la felicidad organizacional (Diana Ospina Campuzano y Oscar Rodríguez Lemus)
Metodología Científica BhiPRO Cómo medir la Felicidad Organizacional